VIGILADA MINEDUCACIÓN
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Memorias 2016

Memorias 2016

Al cierre de Pensando el Siglo XXI, se vivió el último conversatorio Academia para la Paz. El encuentro moderado por Claudia Riveros, directora del Centro de Altos Estudios para la Paz, tuvo como invitados especiales a Yaneth Santana y Primitivo Pérez, desplazados por la violencia de la vereda La Bonga, quienes ahora viven en San Basilio de Palenque. Ellos compartieron su experiencia sobre los procesos de memoria histórica que se han venido desarrollando en compañía de los docentes investigadores de la Universidad Autónoma del Caribe.

En la apertura del conversatorio, Clemencia Rodríguez, docente investigadora de la universidad, presentó el proyecto que se viene realizando desde la academia hacia la comunidad de La Bonga, bajo la convocatoria del Centro de Memoria Histórica, con el objetivo de hacer memoria desde las regiones. El proyecto fue liderado por un equipo de docentes de la universidad, conformado por Martha Romero, Luis Ricardo Navarro y Claudia Beltrán, quienes dialogaron en el panel, sobre la experiencia de trabajo social liderado en la comunidad.

El auditorio conoció de mano de las víctimas ¿qué pasó en la Bonga en el 2001?

Al respecto, Primitivo contó la barbarie que los grupos armados ilegales cometieron un año antes del gran desplazamiento del 90% de la población. “Tuvimos que irnos porque por ahí venían cortando pescuezo, había mucha presencia de actores armados ilegales, ya que La Bonga está al pie de los Montes de María”. Más de 50 familias fueron afectadas y después del desplazamiento comentó Yaneth Santana que fue “muy difícil salir de su hogar a meterse en un salón de clases con cuatro familias, con el burro, con los perros y demás reubicados en San Basilio de Palenque. Me hice líder a través de la necesidad que tuvo la comunidad bonguera”.

Primitivo y Yaneth agradecieron a la Autónoma por todo el proceso de resignificación de la memoria, porque para ellos contar sus historias ha representando recordar el pasado y eso es vivir. Ella agregó que “la Yaneth del 2001 no era capaz de sentarse ni siquiera a decir quién era ni que se llamaba Yaneth. Yo siento que como mujer me he superado. La universidad después de 15 años me llevó a La Bonga, fue una fiesta regresar a la tierra donde nací. Dormí, hicimos un sancocho, dormimos en la hamaca, en el colegio, hicimos un recorrido”.

La docente investigadora Claudia Beltrán afirmó que en el acercamiento se ha tratado de entender el sufrimiento. “Desde la academia a veces parecemos aislados de esa realidad, y eso enriquece a los estudiantes, permite vincularse a las profesiones. En el proceso de recordar no solo se recuerda lo malo, se recuerda lo bueno. Es una memoria no solo del sufrimiento, es una memoria completa. Es la dignificación de las víctimas”.

Otro de los docentes, Navarro, habló del sentido fundamental del proyecto, que tiene que ver con escuchar a la gente y descubrir otras formas de contar al mundo. Con esta idea fundamental del trabajo de campo, Martha Romero habló de “la teoría se contextualiza en el territorio, se debe apoyar a las comunidades, hacer intercambios de saberes… La humanidad no se puede dejar por debajo de los libros. Es la oportunidad de construir memorias para la dignificación”.

Una de las conclusiones a las que llagaron los bongueros es que tienen como primer sueño retornar a la tierra. La universidad se comprometió con ayudarlos con equipos técnicos y capacitación para realizar sus diagnósticos de la problemática e incluso en materia legal la universidad, desde la Decanatura de Jurisprudencia, se comprometió a dar apoyo y asesoría en la titulación colectiva del territorio para todas las familias.

Otro de los docentes investigadores, Pablo Gónzalez, apuntó que “cuando hacemos memoria, no solo contamos lo que pasó en el conflicto, sino los procesos de poblamiento y toda la historia de una comunidad de un territorio, ahora el retorno a ser ciudadanos con todos sus derechos”.

Al finalizar el encuentro, contando con la presencia del rector Ramsés Vargas, la directora de la Oficina de Relaciones Internacionales, Roxana Buitrago, organizadora del encuentro académico Pensando Siglo XXI año 2016, concluyó diciendo: “Estamos cerrando un proceso que empezó hace un año. Un espacio generoso para compartir con nuestra comunidad académica, de pensar el siglo en que vivimos, con nuestras facultades, con muestras artísticas y demás. Más de 200 personas detrás de la organización. Y lo que sigue para el año entrante nos entusiasma mucho, se celebrarán los 50 años de nuestra universidad. Hoy somos más calidad, hoy somos más compromiso por la paz”.

El posconflicto se ha vuelto una realidad palpable que poco a poco toca a todos los colombianos, desde políticos y empresarios hasta víctimas del conflicto armado. Pero, ¿está Colombia preparada para afrontar tan importante proceso? Durante el conversatorio Cultura y Paz, en el marco del encuentro Pensando el Siglo XXI, discutieron este interrogante el periodista y cronista Alberto Salcedo Ramos, con el antropólogo Weildler Guerra.

En el desarrollo del conversatorio, los invitados debatieron puntos clave acerca de la participación ciudadana en el cambio social que, según Alberto Salcedo, es necesaria para reconocer al otro como un humano con derechos y deberes dentro de la sociedad. Además, el periodista cuestionó la manera en la que los colombianos van a construir una cultura de convivencia, cuando en los últimos años solo se ha vivido el conflicto y la guerra.

Weildler Guerra compartió con los presentes su perspectiva acerca del papel de la cultura, y señaló que es necesario movilizar las conciencias de los colombianos a que se desprendan de los prejuicios, y que es necesario que todos los recursos económicos que se gastaron en defensa militar y guerra, se redireccionen de ahora en adelante a la ciencia, el conocimiento y la investigación para formar una sociedad en paz y educada para el futuro. Agregó que la reconciliación consiste en reconocer los derechos del otro, y que Colombia debe convertirse en un país civilizado, donde reconozca la humanidad del otro, conocerlo y acercarnos a él.

Como conclusión, las comunidades indígenas y países desarrollados comparten algo que Colombia necesita: el trato entre humanos se basa en el respeto, la potencialidad de la vida y la libertad. Señalaron que el país está atravesando por un cambio importante en su sociedad, y necesita una justicia restaurativa, con la que se traten a los reinsertados y víctimas del conflicto armado como seres sociales que tienen derechos, y como a todos, se les deben respetar.

Finalmente, Guerra comparó el posconflicto con una historia indígena en la que habló de que el material más importante para construir una casa no es el cemento, sino la confianza, la misma que se requiere para poder construir la paz.

En la última jornada, del tercer día de encuentro Pensando Siglo XXI, el rector de la universidad instaló la mesa de ponencia, esta vez con un invitado colombo-argentino, Piero, cantante y pensador, quien habló de paz. A la apertura del evento, el rector recordó la importancia que tiene Pensando el Siglo XXI, que se realiza todos los años en la universidad, donde “se reflexiona sobre el acontecer que sucede en todo el mundo, pero ahora Colombia es la protagonista, por ello este año hablamos de paz”.

El encuentro contó, por parte del cantante latinoamericano, con anécdotas sobre sus recorridos en tiempos de guerra por Colombia y uno que otro canto, que algunos de sus detractores han caracterizado como canciones de protesta, a lo que él asevera que realmente son canciones de propuesta. Piero recordó la historia hacia los años 70, cuando hizo la primera gira por el país, afirmó que eran tiempos donde “se vivía en una América inocente, bonita e ideal, pero la cosa de un momento a otro cambió. Empezamos a descubrir un país en otro país, una realidad que la gente no estaba acostumbrada, no conocía”.

En el evento también participó como invitado del cantante, el director de la fundación Para una Nueva Vida, David Alejandro Toro. “Trabajamos desde hace 10 años por el sí. De ahora en adelante tenemos solo una opción: repetir la historia o apostarle a la esperanza”. De allí, Toro le preguntó al cantante de cómo hemos llegado a la realidad de hoy. A lo que Piero respondió cantando: “Porque esta puerta del río, al país le apuñalaron el sol… ay país, ay país, ay país… este suelo tiene un nombre, desde el mar hasta la tierra, cómo le canto a mi gente, lo que pasa en este tierra…”

Seguidamente Piero afirmó que en sus recorridos en aquella época, recuerda que el Caguán era una palabra para temblar, decidió ir allí y a hacer un concierto con 3000 personas, “terminamos con una guerrillera de un lado y una monja del otro cantando”. Él recuerda lo diferente que era la guerrilla basada en sus discursos izquierdistas a la de ahora “las FARC encontré al ir a la Habana, hace poco, vi seres humanos que se mandaron mil barbaridades, pero que quieren cambiar y dar vuelta a todo esto”.

Entre sus argumentos sobre la realidad colombiana que conoció al recorrer las zonas de conflicto, Piero cantó “Por ti Colombia”, una canción que invita al país a renacer, a lo cual David Toro agregó que es “un mensaje donde Colombia tiene que renacer. Las ciudades se construyen de sueños o miedos. Colombia se ha construido de miedo, en calles y casas. La gente ya no sale en las mañanas. Nos acostumbramos a vivir en medio del miedo”.

Entre las preguntas hechas al cantante sobre el plebiscito y la polarización que ha venido presentando en la opinión pública, Piero aseguró que “no hay tal polarización, la quieren hacer ver, pero la gente realmente quiere trabajar por la paz. Tenemos que convencernos”.

David continúo precisando que “son muchas las generaciones que hemos crecido con tu música. La música abre puertas en tantas resistencias, como la política”. A lo que Piero comentó que reafirmaba su compromiso con la paz y dijo estar dispuesto a ayudar a este proceso, a creer que la firma es posible. El cantante indicó que en reuniones con el presidente se ofreció para ir a los lugares donde haya obras que hacer por las víctimas. Señaló que estos tiempos son diferentes en Colombia, hubo gobiernos donde él recordó que era imposible gobernar.

En su última intervención David Toro comentó la apuesta de Piero por un proyecto llamado Artistas Unidos por la Paz de Colombia, a lo que Piero respondió cantando la letra insignia de la campaña que lleva por nombre La Guerra del Amor: “Esta es la guerra y es la del amor, la que vamos a ganar nosotros, es más fácil despertar que seguir estando solos y más fácil es decir nosotros”.

Al finalizar el encuentro, Piero con fuerte voz se dirigió al público preguntando: “¿vamos a ganar la guerra?” y cerró el evento con tres de sus canciones más simbólicas: Si vos te vas, Llegando llegaste y Viejo, a lo que el público con gran entusiasmo cantó y lo despidió entre fuertes aplausos.

La economía y el acompañamiento internacional, factores importantes para el desarrollo del posconflicto en Colombia, fueron los temas centrales en el conversatorio “Relaciones Internacionales en la Construcción de la Paz”, en el cual participaron Juan Tokatlian, experto en relaciones internacionales y sociólogo argentino; Luis Ernesto Salinas, representante de la OEA; y Marcelo Fabre, representante del Banco Mundial.

En el conversatorio moderado por la directora del Centro de Altos Estudios para la Paz, Claudia Riveros, los invitados estudiaron el panorama de las inversiones y fondos internacionales, la importancia de Colombia para el mundo en un momento tan crucial como el que se está viviendo, y las prioridades del país en esta transición hacia la construcción de una paz sostenible.

Juan Tokatlian, experto invitado, afirma que Colombia cuenta con la madurez suficiente para que, si se llega a dar la aprobación popular del acuerdo de paz negociado en La Habana, Cuba, se den de la mejor manera. “La comunidad internacional está expectante a lo que Colombia puede lograr en materia de paz, y creo que en América Latina hay un compromiso para apoyar el fin del conflicto en el país”.

Por otro lado, Luis Ernesto Salinas explicó que Colombia debe lograr un desarrollo económico más efectivo, y salir del actual, que se basa en la subsistencia. Afirmó además que las inversiones y colaboraciones de los fondos internacionales no son tan grandes como se escuchan, por lo que es necesario que haya una coordinación entre todos los cooperantes y que no se doblen los esfuerzos. En cuanto a la economía del país, explica que “no se trata de llevar a los campesinos de la pobreza extrema a pobreza, sino de brindarle el bienestar y la sostenibilidad pertinente a los colombianos. Debemos lograr un desarrollo económico efectivo, no de subsistencia”.

Marcelo Fabre, por su parte, dejó claro que Colombia necesita superar los problemas de movilidad social que enfrenta hoy en día. Con una participación enfocada en el cambio social que la población necesita, el representante del Banco Mundial compartió con los presentes una visión positiva de lo que le depara a Colombia si se logra una movilidad social que beneficie a las zonas afectadas por el conflicto armado. Sobre el acuerdo de paz enfatizó en que se necesitan puntos creíbles y posibles para que se puedan poner en práctica a nivel político y social.

Finalizando la jornada, Gloria Barrios, niña gestora de paz para World Vision, compartió con los presentes la experiencia de los niños pertenecientes al movimiento. Tratando temas como paz y educación, Gloria invitó a los presentes a apoyar iniciativas que involucren las nuevas generaciones en los procesos de paz en Colombia.

En el primer conversatorio, del tercer día del encuentro Pensando Siglo XXI, llegó al panel de conferencistas el exgobernador de Antioquia, Sergio Fajardo, quien expuso los puntos claves de cómo debe construirse una sociedad en paz. En diálogo con Rigoberta Menchú hablaron del papel fundamental de la educación para pasar la página de la violencia y construir una nueva página de oportunidades.

Al respecto, Rigoberta Menchú expresó la necesidad de una educación en contextos multiculturales, una propuesta que se ha impulsado en Guatemala al finalizar el conflicto armado del que fue víctima su país. “Me preocupa mucho que no hay reforma educativa. En Guatemala no solo se iba a reformar el congreso, el sistema electoral, y demás, sino también había una reforma en educación, la cual exigía el reconocimiento multicultural de toda Guatemala”.

Según ella, estas reformas permitieron que muchas mujeres mayas tuvieran la oportunidad de ser tomadas como seres pensantes, que salieran del vestido perfecto. “Es una reforma contra los esquemas del estado, el racismo, la explotación, el tráfico de niños. Pero lo primero era terminar la guerra, si la guerra hubiera continuado todo esto fuese imposible”.

Para Fajardo, una forma de explicar la posición nuestra de lo que está ocurriendo en Colombia, se puede lograr involucrando la educación, lo que implica ante todo pasar la página, ya que la violencia se ha traducido de muchas formas. “Pasar una página diferente. Aquí la primera apuesta al acuerdo es cerrar el capítulo de la corrupción en Colombia. Hay que pasar la página de la violencia para llegar a la página de las oportunidades”, oportunidades que se enmarcan dentro de la inversión en una ruta de educación.

Quedó claro que para hacer el tránsito hacia la paz se debe tener una condición fundamental en Colombia y es la indignación. Una indignación que debe ser creciente frente a la corrupción. De allí que la tarea implica dignificar la política, en concreto la lucha contra la corrupción, la lucha contra el clientelismo, contra la idea de que el fin justifica los medios. Para Fajardo la violencia se ve y se mueve en todos los espacios, pero la corrupción es silenciosa y se roba, de igual forma, todas las oportunidades.

Sin embargo, de la mano con la indignación es necesario tener la capacidad de asumir la responsabilidad ética de la reconciliación, donde se cambie el lenguaje, se reconozca la diferencia, y se trabaje juntos. Transitar de la destrucción a la construcción.

Para los ponentes es importante que se focalicen los esfuerzos y se puedan invertir en educación los recursos que eran para la guerra, sobre todo en los sectores rurales, donde es necesario dignificar el espacio. Coinciden en que se trabaje en una educación con sentido del desarrollo rural, teniendo en cuenta que es importante hacer el tránsito, y de esta manera hacer de la educación la protagonista, el símbolo de la paz.

A todo esto, la nobel apuntó que “dentro de la política pública, sería bueno que la academia planteara una propuesta de educación global para Colombia, para el posconflicto. Que las universidades tengan dependencias, programas como mediación y resolución de conflictos”.

Se concluyó que un aspecto importante, como desafío, es la humanización de la sociedad, porque existe una decadencia de esta producto de la guerra. Hay un deber con la formación de la comunidad y se necesitan unas comunidades que estén formadas para la construcción de paz. Incluso para la criminalidad se debe tratar una ruta de formación, donde se descubran nuevas formas de vivir en sociedad y no regresen a la violencia.

Al finalizar el encuentro, Rigoberta Menchú invitó a todos los jóvenes a salir de las redes sociales, y “enfocar sus esfuerzos en crear una propia ruta de paz. Hacer iniciativas de paz, tener creatividad, sembrar una conducta buena”. En esta línea, Fajardo sólo exhortó a todos a que desde la juventud se atrevan a trabajar en política, ya que “educándose y participando es como se puede trasformar el mundo”. El conversatorio fue moderado por la directora de Relaciones Internacionales del Icetex, Sara Vera Aguirre.

La Universidad Autónoma del Caribe firmó una declaración pública en la que se presenta como agente de paz en el Caribe colombiano para aportar todo su conocimiento y sus recursos técnicos y humanos para buscar soluciones a los grandes retos nacionales que demanda el posconflicto sostenible.

Con esta declaratoria que firmaron como testigos las nobeles de Paz Jody Williams, Rigoberta Menchú y el rector Ramsés Vargas Lamadrid, la Autónoma ratifica su compromiso con la construcción de una paz estable y duradera, impulsando la investigación científica de calidad que genere un impacto social.

En el documento suscrito, la institución asume la responsabilidad con el rol de la academia en su función misional de educar para la paz, y de agente transformador social que propende por una convivencia pacífica y por una sociedad solidaria, equitativa y justa.

“La Universidad Autónoma del Caribe ratifica su compromiso institucional de ser formadora de generaciones presentes y futuras que serán constructoras de paz, de educar una sociedad para la reconciliación de cara al posconflicto, de generar escenarios pluralistas, de encuentro para el diálogo social incluyente, con los que transformaremos los escenarios de conflicto hacia nuevos imaginarios sociales que aportan a la máxima aspiración histórica de los colombianos y colombianas, que es la paz”, expresa la declaratoria.

En la última jornada, del segundo día del encuentro académico Pensando Siglo XXI, se sentaron en un mismo panel dos mujeres ganadoras de un Nobel de Paz, Rigoberta Menchú y Jody Williams. Dialogaron sobre la justicia transicional, la verdad como clave para lograr la paz, el plebiscito y las víctimas.

Frente a la discusión sobre la justicia que tiene en vilo al país, se puso en debate la necesidad de saber qué significa y hasta dónde tiene que llegar la justicia en los tiempos de posconflicto, a esto Rigoberta expuso un binomio del concepto de justicia del cual es necesario tener claridad. “La justicia social que representa un anhelo de igualdad, de tener opciones, de tener trabajo, pero también una justicia penal, de la cual se tienen muchos nortes y sures. Sin embargo, esta debe pasar por una fehaciente investigación profunda, donde se debe establecer la verdad, usar el sistema legal vigente. Aquí no se vale hacer justicia por las manos, ni en la calle, y mucho menos criminalizar la paz y a las víctimas”.

En esta misma línea, ante la idea de que a la paz no se llega sin cárcel, Jody Williams afirmó que, sin lugar a dudas, “la gente de las Farc tiene que ir a la cárcel, pero también la gente militar, los políticos, empresarios, quienes han ganado mucho dinero en esta guerra y deberían estar presos y esto sería una locura. Aquí siempre quieren echar toda la culpa a las Fac, incluso los militares han hecho cosas horribles”. Para Williams un conflicto de cinco décadas no solamente tiene un diablo, para ella, incluso la culpa la tiene más un lado político que quiere seguir con el conflicto armado. Aquellos que creen que es posible ganar con matar la gente de las Farc.

Seguidamente se puso en análisis el papel de la verdad en el posconflicto, a lo que Rigoberta Menchú hizo un paralelo con los logros de paz en Guatemala, apuntando que los acuerdos de paz duraron 10 años, pero caracterizar los delitos de lesa humanidad han conllevado 20 años, esto implica una profundidad en la investigación. Para ella “la doctrina jurídica es tortuosa y desafía, pero también es necesario un manejo político. En este caso cada quien ha tenido un papel, ya sea en el fortalecimiento del sistema legal, la depuración de las fuerzas armadas o el control político”.

Al respecto, Jody Williams insistió que no es necesario, en un proceso de diálogo de paz, que se perdone al que violó, pero si se quiere ver un futuro diferente, se debe aceptar un compromiso de los dos lados que se sientan a la mesa y en Colombia eso no puede significar cualquier cosa, ya que se ha negociado por cuatro años.

Frente al tema del plebiscito, como mecanismo necesario para refrendar la paz, la guatemalteca agrega que lo que tenemos es una factura que hasta ahora había estado en manos de dos partes y ahora va estar en manos de tres partes. Esa tercera parte son los que irán a las urnas el 2 de octubre, incluso los que se quedan en casa, hasta allí llega la factura. Sin embargo, “aquí no importa si ganó o perdió por un punto, está en juego la legitimación de la paz o la guerra. y quedará en la factura de todos”. No obstante, Jody afirma que no hubiese sido necesario un espacio para dar la refrendación, ya que “el gobierno lleva años en las negociaciones, las víctimas y demás personas civiles se han sentado. Me interesaría entrar a crear una paz y un país diferente”.

En el panel quedó claro que entre el no y el si se está formando una nube oscura, una cortina de humo que no se debe permitir, lo cual va a costar muy caro para Colombia, para Latinoamérica y el mundo. Rigoberta aseguró que votar por el no es “poner a Colombia en una cultura muy baja, muy elemental. Hace de Colombia un país primitivo. Dense una oportunidad. Todo ser humano puede volver a empezar. Hay que buscar los instrumentos que viabilizan la dignificación de las víctimas, y a las víctimas de todos los lados”.

Al concluir el panel las nobeles de paz hicieron una reflexión final. Para Jody, el hecho de que incluso no se cuente con una paz interior no significa que no se sea capaz de buscar paz en el mundo. “El camino que tengo en esta vida es intentar trabajar con gente que tiene la misma visión para lograr por los demás, incluso por aquellos que me puedan caer mal”.

Las últimas palabras de Rigoberta, al cierre de su discurso, fueron que “lo más importante es estar convencido de lo que se está haciendo, y cuando no hay claridad es necesario escuchar voces; pedir consejo es la sabiduría que daría a todos ustedes”.

Al finalizar el debate se leyó una declaración firmada por el rector Ramsés Vargas, y las nobeles como testigos, donde la universidad se declaró oficialmente como una institución gestora de paz en el Caribe colombiano, asumiendo los grandes retos que esto demanda, para que desde el conocimiento y la ciencia se promueva una paz sostenible.

La Universidad Autónoma del Caribe otorgó a las nobeles de Paz Rigoberta Menchú y Jody Williams, el título de doctoras Honoris Causa, la máxima distinción de la institución. El Consejo Directivo de la Universidad Autónoma del Caribe exaltó las obras de las nobeles por sus esfuerzos contra la dsicriminación, la violencia, por una sociedad en paz, la defensa de los derechos humanos y por el fin del conflicto en las sociedades en las que vivieron.

El rector de la Institución, Ramsés Vargas Lamadrid, exaltó la labor de la guatemalteca Rigoberta Menchú, que obtuvo el premio Nobel de Paz en el año 1992 por su lucha por la justicia social. Desde muy joven, explica el rector, fue una líder desde la protesta pacífica contra la represión de los grupos dominantes en Guatemala, así como contra el racismo y la violación de derechos humanos, logró impactar la comunidad indígena y todo el país.

Además, compartió con los presentes que Jody Williams, ganadora del premio Nobel de Paz en 1997, es una mujer que ha peleado desde la pedagogía, la protesta pacífica y la obra social, contra las minas antipersonas y los robots asesinos usados por fuerzas militares en todo el mundo. Desde joven, se hizo presente en países afectados por la guerra, como lo fue en El Salvador y en Nicaragua.

En agradecimiento por el reconocimiento, Rigoberta Menchú expresó la importancia de este doctorado que consideró dignifica la ciencia para la vida, el diálogo, la negociación y la identificación de los caminos que permitan una sociedad digna, plena, que no tenga que sufrir los males o las dificultades con este tiempo contemporáneo: el racismo, las exclusiones y la abnegación total que hay en nuestro mundo actual sobre la diversidad.

Por su parte Jody Williams motivó a los jóvenes a vivir en busca de la felicidad y la paz. Además reconoció que la Autónoma se destaca por la academia para la paz, la cual se necesita para el cambio de la sociedad. “La cosa que más vale en la vida, es decidir cómo dejar algo para que el mundo sea mejor para los demás”, afirmó Williams.

El análisis crítico de la comunicación en Colombia fue el epicentro del panel ‘Comunicación, Violencia y Posconflicto’, donde participaron docentes internacionales y especialistas en comunidades afectadas por la violencia.

La academia sigue siendo una herramienta importante para alcanzar la paz en la sociedad. Esa fue una de las premisas más destacadas del panel ‘Comunicación, Violencia y posconflicto’, llevado a cabo en el marco del evento institucional ‘Pensando el Siglo XXI: Construcción de Paz en tiempos de Incertidumbre’, de la Universidad Autónoma del Caribe. Con la participación de docentes humanistas y especialistas en comunidades afectadas por el conflicto, los presentes pudieron analizar junto a los académicos lo que trae consigo la formación educativa que incluye paz y resolución de conflictos en la población.

Clemencia Rodríguez, docente de la Universidad de Temple, compartió la ponencia ‘Medios Ciudadanos y Conflicto Armado en Colombia: 2004-2009’. Durante su sustentación, mostró la importancia de los medios ciudadanos como el Colectivo de Comunicaciones de Montes de María y la Red de Emisiones Comunicativas de Magdalena Medio. Explica Rodríguez que la función de estos medios es proporcionar una información transparente y sin la intención de persuadir a la comunidad.

“Estos medios ciudadanos son los que saben perfectamente qué ocurre en la población, y que pueden usar la información y la comunicación para el desarrollo de la sociedad en tiempos de la búsqueda de la paz”, afirma la docente investigadora y experta en medios ciudadanos.

Por otra parte, el investigador de la Universidad Veracruzana de México y doctor de Comunicación en Masas de la Universidad de Florida, Antoni Castells, estudió el caso de violencia y posconflicto de Veracruz, en México, y el de España, durante el gobierno de Francisco Franco. Ambos procesos de violencia y paz fueron planteados como contextos que mostraban que la paz, como resolución de conflictos, no involucraban la participación del pueblo, por lo que las consecuencias siguieron (y siguen en algunos casos), aún cuando las armas no fueron empuñadas por ningún grupo subersivo.

Por último, la asesora de la Dirección General del Centro Nacional de Memoria Histórica, María Emma Wills, con su ponencia “Comunicar para la democracia: de qué estamos hablando”, dio a conocer cómo los medios de comunicación, masivos o ciudadanos, cumplen una importante misión en el posconflicto.

Desde su experiencia como asesora del Centro de Memoria Histórica, analizó los procesos comunicativos en la sociedad y cómo son influenciados por los medios informativos. “En Colombia los guerreros están firmando la paz, mientras que la sociedad sigue en guerra a través de prácticas comunicativas donde se niega a quien no piensa como yo, y lo tratamos de loco, de enemigo y de diferente”, afirma la pedagoga.

Yaneth Giha, directora de Colciencias, aseguró que en el posconflicto habrá más recursos para promover la generación de conocimiento.

Pensando Siglo XXI abrió espacio para un conversatorio que debate por primera vez temas como la ciencia e innovación en el marco del posconflicto, en el que la directora de Colciencias, Yaneth Giha, presentó las nuevas políticas que desde el Gobierno Nacional se están impulsando en torno a la biodiversidad, como una forma de volvernos a identificar como país en el posconflicto.

Al respecto, Giha precisó que “pensar en el siglo XXI pone un reto para todo el país. Es allí donde se hace necesario que la ciencia, la tecnología y la investigación realmente tengan un impacto social en la construcción de una nueva identidad, sabiendo que la biodiversidad es nuestro mayor tesoro”. Adicional a esto, según cifras de Colciencias, el 10% de la biodiversidad mundial se encuentra en el país. Sin embargo, Colombia es el séptimo en un ranking mundial sobre el autoconocimiento de dichos recursos naturales, por debajo de países como Brasil y Estados Unidos.

En esta jornada también participó el presidente de Acesco, Felipe González, representante del sector industrial en la región, quien hizo una reflexión sobre el papel que están asumiendo las empresas en la construcción de una economía sostenible para la paz y la incertidumbre que ahora afronta el mercado local y nacional en un escenario de posconflicto. Apuntó que “es necesario repensar ahora qué productos, qué cosas, qué servicios son valiosos para la sociedad, productos con características mucho más sostenibles”. Para González, el mercado y los procesos de producción se encuentran en un periodo de transición, que implica nuevas adaptaciones y soluciones innovadoras.

En este encuentro sobre investigación y desarrollo, también hizo presencia Liney Manjarrés, vicerrectora de Investigación y Transferencia, quien afirmó que dentro del papel de la academia en la paz, “la Autónoma se ha preparado para el posconflicto. Es una universidad inclusiva, porque es desde la diversidad donde se construye país. Aquí estamos generando un clima de tolerancia, donde aprendamos el verdadero concepto de inclusión”. A su vez, quedó claro que, en poco tiempo, la universidad ha logrado la construcción de una masa crítica, buscando una visión global del conocimiento, pero con unas políticas de acción local.

En esta línea de desafíos que está viviendo el país, Giha expuso una de las políticas de acción que se están trabajando desde el Gobierno Nacional en Colciencias, es un proyecto llamado Colombia Bio, cuyos principios están enfocados en la bioeconomía del país con el objetivo de promover mejoras en la salud, la productividad en agricultura y procesos industriales, donde finalmente se promueve la sostenibilidad como respuesta a los desafíos mundiales.

Finalmente, una de las principales conclusiones del encuentro es que el posconflicto implica un mejoramiento de la calidad de vida, frente a lo cual se debe reducir el distanciamiento entre el rol de la industria, la universidad y el Estado, sin dejar de lado a la población, para ello todos deben entender el lenguaje de la ciencia, donde la investigación y el desarrollo deben tener un valor agregado, y es la innovación.