En el primer conversatorio, del tercer día del encuentro Pensando Siglo XXI, llegó al panel de conferencistas el exgobernador de Antioquia, Sergio Fajardo, quien expuso los puntos claves de cómo debe construirse una sociedad en paz. En diálogo con Rigoberta Menchú hablaron del papel fundamental de la educación para pasar la página de la violencia y construir una nueva página de oportunidades.
Al respecto, Rigoberta Menchú expresó la necesidad de una educación en contextos multiculturales, una propuesta que se ha impulsado en Guatemala al finalizar el conflicto armado del que fue víctima su país. “Me preocupa mucho que no hay reforma educativa. En Guatemala no solo se iba a reformar el congreso, el sistema electoral, y demás, sino también había una reforma en educación, la cual exigía el reconocimiento multicultural de toda Guatemala”.
Según ella, estas reformas permitieron que muchas mujeres mayas tuvieran la oportunidad de ser tomadas como seres pensantes, que salieran del vestido perfecto. “Es una reforma contra los esquemas del estado, el racismo, la explotación, el tráfico de niños. Pero lo primero era terminar la guerra, si la guerra hubiera continuado todo esto fuese imposible”.
Para Fajardo, una forma de explicar la posición nuestra de lo que está ocurriendo en Colombia, se puede lograr involucrando la educación, lo que implica ante todo pasar la página, ya que la violencia se ha traducido de muchas formas. “Pasar una página diferente. Aquí la primera apuesta al acuerdo es cerrar el capítulo de la corrupción en Colombia. Hay que pasar la página de la violencia para llegar a la página de las oportunidades”, oportunidades que se enmarcan dentro de la inversión en una ruta de educación.
Quedó claro que para hacer el tránsito hacia la paz se debe tener una condición fundamental en Colombia y es la indignación. Una indignación que debe ser creciente frente a la corrupción. De allí que la tarea implica dignificar la política, en concreto la lucha contra la corrupción, la lucha contra el clientelismo, contra la idea de que el fin justifica los medios. Para Fajardo la violencia se ve y se mueve en todos los espacios, pero la corrupción es silenciosa y se roba, de igual forma, todas las oportunidades.
Sin embargo, de la mano con la indignación es necesario tener la capacidad de asumir la responsabilidad ética de la reconciliación, donde se cambie el lenguaje, se reconozca la diferencia, y se trabaje juntos. Transitar de la destrucción a la construcción.
Para los ponentes es importante que se focalicen los esfuerzos y se puedan invertir en educación los recursos que eran para la guerra, sobre todo en los sectores rurales, donde es necesario dignificar el espacio. Coinciden en que se trabaje en una educación con sentido del desarrollo rural, teniendo en cuenta que es importante hacer el tránsito, y de esta manera hacer de la educación la protagonista, el símbolo de la paz.
A todo esto, la nobel apuntó que “dentro de la política pública, sería bueno que la academia planteara una propuesta de educación global para Colombia, para el posconflicto. Que las universidades tengan dependencias, programas como mediación y resolución de conflictos”.
Se concluyó que un aspecto importante, como desafío, es la humanización de la sociedad, porque existe una decadencia de esta producto de la guerra. Hay un deber con la formación de la comunidad y se necesitan unas comunidades que estén formadas para la construcción de paz. Incluso para la criminalidad se debe tratar una ruta de formación, donde se descubran nuevas formas de vivir en sociedad y no regresen a la violencia.
Al finalizar el encuentro, Rigoberta Menchú invitó a todos los jóvenes a salir de las redes sociales, y “enfocar sus esfuerzos en crear una propia ruta de paz. Hacer iniciativas de paz, tener creatividad, sembrar una conducta buena”. En esta línea, Fajardo sólo exhortó a todos a que desde la juventud se atrevan a trabajar en política, ya que “educándose y participando es como se puede trasformar el mundo”. El conversatorio fue moderado por la directora de Relaciones Internacionales del Icetex, Sara Vera Aguirre.